El semanario La Razón ha publicado una entrevista a Víctor Poleo realizada por Edgardo Agüero donde el exviceministro de Energía expone de manera diáfana el estado de las cosas en el sector eléctrico nacional. Víctor Poleo es ingeniero electricista, profesor del posgrado de Economía Petrolera de la UCV y exviceministro de Energía y Minas, entre 1999 y 2001, en los tiempos de Alí Rodríguez Araque frente al despacho. El experto cree que la actual crisis eléctrica que vive el país es planificada como un “mecanismo criminal” que pretende “domesticar” a los venezolanos. “Se trata de una crueldad guionizada”, dice.
¿Cómo fue que los venezolanos llegamos a esta situación de crisis generalizada?
Los venezolanos venimos arrastrando la cultura del país portátil de Adriano González León, que es también el campamento de Cabrujas, es decir, un lugar de paso y nos ocurrió ser un país con renta petrolera, de manera que se hizo mucho más atractivo para mercenarios, aventureros, cazafortunas y predadores de toda laya, nacionales e internacionales. No obstante, a pesar del fatalismo de Adriano y del mismo Cabrujas, el país siempre ha cultivado una esperanza de resurgencia permanente que habita en el corazón de los venezolanos. Ahora, nos ocupa focalizar el desempeño de las clases políticas que han usurpado esa promesa o las expectativas que esa esperanza encierra. En lo particular quisiera referirme a las corrientes políticas denominadas “de izquierda”, en la última parte del siglo XX, fundamentalmente a la lucha armada de los 60 y 70, y este comienzo del XXI, lo que explica la razón de ser de muchas cosas. Hugo Rafael (Chávez Frías), una maquinaria verbal formidable, cabalgó con todo su simbolismo, sobre esa izquierda histórica, valga decir, en el rechazo que finalmente se materializó con la insurgencia militar del 4 de febrero y cuyo mensaje era terminar con la corrupción, acabar con la dependencia y reivindicar la soberanía. ¿Qué ocurre?, ocurre que hoy con ese discurso de Hugo Rafael, que por cierto lo tengo en mi página de Soberanía.org, se podría llamar al mundo militar y decirles: miren, aquí hay razones suficientes para insurgir, porque es sorprendente la pertinencia y similitud que tiene hoy ese discurso del 4F con lo que está ocurriendo en el país en estos momentos.
¿Fue un fracaso -como muchos aseguran- la IV República?
El fracaso es el de toda una sociedad con su visión de país portátil, porque todos llevamos un poquito de ese país portátil por dentro, y las clases políticas tomaron ventaja de esta suerte de actitud genética para reconvertirla en una esperanza que no cristaliza definitivamente, pero, como sabemos, la renta petrolera siempre ha jugado un rol preponderante, y la renta petrolera en manos de los gobiernos de turno significó que, por ejemplo, Carlos Andrés Pérez nos hablara de “la gran Venezuela”, y vemos que el discurso no ha cambiado. Hugo Rafael, con abundante renta petrolera, también nos habló de que íbamos a ser “un país potencia”. Es decir, hemos cabalgado de la esperanza en la esperanza. En el año 74 con Pérez, luego cuando se produce la segunda oleada rentista, durante la guerra Irán-Irak, que los precios vuelven a subir y de nuevo el país entra en una suerte de borrachera rentística que exalta la esperanza, y así hemos ido, de altibajos en altibajos, de la exaltación, a la depresión, aunque nunca habíamos visto un bajón como este. Durante la segunda mitad del siglo XX, en lo que despectivamente se ha llamado la IV, Venezuela construyó el más robusto sistema eléctrico en Suramérica y tal vez en todo el hemisferio. El Guri, una de las primeras tres represas hidroeléctricas del mundo, hazaña de la ingeniería venezolana.
Robar para la “revolución” “Cuando en el año 2000, en el ministerio de Energía, le presenté varios casos de corrupción en Cadafe, Alí Rodríguez se quedó pensativo y me dijo que ‘desde el punto de vista moral y ético, era lícito robar, siempre y cuando este dinero fuera para la revolución’. Es decir, que en su concepto, capturar dinero para la revolución no colide con el precepto moral y ético e, incluso, moralmente estaría justificado”.
“Cuando en el año 2000, en el ministerio de Energía, le presenté varios casos de corrupción en Cadafe, Alí Rodríguez se quedó pensativo y me dijo que ‘desde el punto de vista moral y ético, era lícito robar, siempre y cuando este dinero fuera para la revolución’. Es decir, que en su concepto, capturar dinero para la revolución no colide con el precepto moral y ético e, incluso, moralmente estaría justificado”.
Por primera vez en la historia petrolera de Venezuela, la renta es utilizada para destruir la sociedad y la economía. En el pasado hubo desaciertos y corrupción, pero no hubo destrucción. Es decir, en las distintas oleadas rentistas, y desde Gómez en adelante, el país fue construido y depredado, la Marisela de Rómulo Gallegos en Doña Bárbara, pero nunca el país había sido corrompido, depredado y destruido como se ha hecho con estas experiencias pseudo socialistas, con un inmenso flujo de renta petrolera, a 100 y 120 dólares el costo por barril, unas cantidades que nunca habíamos visto y que fueron usadas por esta clase política, la pseudo izquierda revolucionaria, porque como dije, Chávez cabalga sobre esa izquierda, pero la izquierda cabalga sobre él. Aquí aparecen los nombres de dos personas los cuales quisiera mencionar, porque ellos en cierto modo, van a ser el hilo conductor del relato que, en este sentido, ha tenido lugar estos últimos años. Ellos son Douglas Bravo y Alí Rodríguez Araque. Douglas, como referencia histórica, reivindicando la razón de ser nacionalista, y Alí Rodríguez, que se une a la lucha armada de Douglas, que luego se va al PRV, cabalgando ahora él, sobre el Douglas referencia nacional. Ese Alí Rodríguez asaltante de bancos (el de Coro en el año 81 y más tarde la megabanda en Puerto Ordaz), un Alí Rodríguez que es enteramente la antítesis de Douglas, pero que ambos representan mucho de una izquierda escindida o, mejor, de dos izquierdas: una izquierda con respeto al conocimiento y la eticidad; y otra, divorciada de la ética y los principios revolucionarios. Porque si algo tiene esta izquierda que cabalgó con Hugo Rafael, es un abierto desprecio al conocimiento y la búsqueda de la barbarie. Nunca el país había estado tan cerca de la barbarie como ahora.
Rodríguez Araque, al que usted se refiere, acaba de ser nombrado por segunda vez nuestro embajador en La Habana…
La Habana es el modelo referencial y el orbe que de alguna manera captura la mente de Hugo Rafael después de los hechos de 2002. El 11 de abril el gobierno cae, y las viejas clases políticas se apoderan monárquicamente del poder a través de Pedro Carmona. Un personaje olvidado es Raúl Isaías Baduel, que reivindica la institucionalidad, aunque no restituye a Chávez directamente en Miraflores, como muchos erróneamente creen. Baduel nunca quiso llevarlo de regreso a la presidencia de la República. Allí se produjeron, entre otros, eventos como el regreso en helicóptero desde La Orchila, cuando los tres helicópteros debían regresar a Maracay, porque él (Chávez) estaba caído, había renunciado y, por lo tanto, para Raúl Isaías había suficientes razones como para abrirle un juicio. Es debido a esto que luego Hugo Rafael toma la retaliación y también debido a que por esos días de la insurgencia de la industria petrolera, lo que se conoció como el golpe petrolero o rechazo cívico, que luego se le da el nombre de sabotaje. Es así que, a partir de 2003, Chávez cae en manos de La Habana. Es entonces cuando se produce la entrega de la izquierda militaroide o militarismo izquierdoso. En ese momento ocurre que es atrapado -para desgracia nuestra- el destino del país por La Habana. Por eso es importante ubicar a Alí Rodríguez en su trayectoria, como la antítesis de un genuino pensamiento de izquierda. El entreguismo de Alí al subimperio de La Habana, el entreguismo de Alí de la industria petrolera y su consecuente destrucción, tanto como el entreguismo y consecuente destrucción de la industria eléctrica. Este nefasto personaje, Alí Rodríguez Araque, es a mí juicio el factótum, el padre de la destrucción, y bastaría ver su actuación histórica. Él es el ministro de Energía durante los dos primeros años del gobierno de Hugo Rafael. Allí se le educó, por decir que se le formó, en lo que es la industria eléctrica y aún la petrolera, la cual él presumía conocer. Sobrevienen los hechos de 2002, Alí Rodríguez trepa a la presidencia de Petróleos de Venezuela, pero dos años antes, en el año 2000, él había traído al Ministerio de Energía a un personaje totalmente desconocido, de nombre Rafael Ramírez, hijo de un compañero suyo de la lucha guerrillera: Rafael Darío Ramírez. Este muchacho más tarde se convertirá en el flamante ministro de Energía. Alí pasa dos años al frente de Petróleos de Venezuela, durante los cuales descapitaliza de conocimientos a la industria. Gústenos o no, 20 mil profesionales especialistas en áreas como la ingeniería, geofísica, refinación, entre otras, especialmente capacitados para eso, es decir una acumulación de cien años de conocimiento de la que se ve despojada la industria. Estamos hablando del mayor daño que se le pudo haber hecho a la República, porque una República que está montada sobre la industria del petróleo, le quitas el conocimiento y la dejas descerebrada. Ese mismo Alí Rodríguez en 2010 pasa al ministerio de Electricidad y entonces organiza y ejecuta el mandato de fusionar en Corpoelec 14 empresas eléctricas entre públicas y privadas, que suman cerca de 120 años de trayectoria. Se trata de una industria eléctrica muy sana, con problemas de ineficiencia, ciertamente, pero con distintas ingenierías regionales. Se comete entonces la segunda gran agresión en contra de la industria de la energía, en este caso la eléctrica, y al meter en un mismo saco a 14 escuelas distintas, porque no es lo mismo producir electricidad a partir de las aguas del Caroní, que fabricarla a partir del gas en el Zulia o el fuel oil en Margarita o el diesel. En fin, no lo es. Rodríguez además cometió un serio error, que seguramente para él representaba un hecho de lo más coherente, se trajo a Ramiro Valdés. Este caballero es hoy por hoy el tercero de la nomenklatura cubana. Es decir, después de Raúl (Castro) está él. Ramiro Valdés, que en su momento, en el año 58, es a quien le encomiendan la tarea de las ejecuciones en La Cabaña junto al “Che” Guevara, es él quien fusila, quien ejecuta. Ese personaje más tarde pasa a ser el jefe de la inteligencia cubana y hasta ministro de Electricidad. Pero resulta que el sistema eléctrico cubano es un sistema anclado en los años 50. Nunca salió de allí. Es un sistema cuya fórmula consiste en una plantica para cada pueblito.
Ningunos. Había sido un ingeniero gris, si se quiere, en Inelectra, así lo dicen sus directores, pero recuerda que era hijo del amigo de Alí Rodríguez. No obstante, allí se queda durante 10 o 12 años, a la vez maneja Petróleos de Venezuela, cuyo presidente es su mentor Alí Rodríguez. De manera que en ellos dos, particularmente en Alí, se concentran las estafas políticas. Hugo Rafael tuvo en Rafael Ramírez a su cajero bancario personalísimo. De allí su larga permanencia e inamovilidad en vida de Hugo Rafael, pero también él tiene una gran responsabilidad histórica en el manejo de la renta petrolera. Serios indicios de estafas por concepto de plantas eléctricas apuntan hacia él y personajes que estuvieron en el ministerio como Nervis Villalobos, exviceministro de Desarrollo Eléctrico, y Javier Alvarado, que son quienes aparecen en el caso Andorra junto con Sierra y Rincón. Quién autoriza que se pague tres veces una central termoeléctrica es nada menos que Rafael Ramírez. De todo eso hay pruebas. Estuvimos en la Asamblea Nacional, y fuimos bien enfáticos en nuestra intervención, pero tengo la sensación de que ellos aún no han entendido la dimensión real de la crisis.
Pienso que el alcance de la tragedia eléctrica de Venezuela está todavía por dimensionarse, tanto en sus implicaciones sociales, económicas y política; y lo coloco en esos términos, porque cada uno de ellos es susceptible de ser explorado. En lo social, por ejemplo, una sociedad como la nuestra, que tenía un grado de bienestar razonable y de pronto comienza a soportar racionamientos de 4, 6, 8 horas, ¿qué efecto psicológico produce en sus habitantes? El efecto de ser domesticado o amaestrado. El mensaje allí contenido es: no vas a tener electricidad, pero cuando llegue, será un alumbrón como en La Habana, vas a tener un alumbrón, te vas a sentir gratificado. Este es un mecanismo criminal con el fin de domesticar al ser humano, de condicionarlo para una determinada respuesta. Se trata de una crueldad guionizada, dirigida, hay una intencionalidad expresa en detrás de todo esto. Lo que nos está ocurriendo es intencional. Alí Rodríguez puede despedir 20 mil profesionales de la industria petrolera sin que le tiemble el pulso, puesto que para él, esto es irrelevante. Puede destruir la historia eléctrica venezolana cuando fusiona estas empresas, y le es igualmente irrelevante. La crueldad está en La Habana. Lo mismo ocurre con las colas, porque cuando la gente no tiene tiempo para pensar y organizarse porque debe conseguir algo de comer, sencillamente se desmoviliza, y al desmovilizarla políticamente, la anulas. Aquí hay un guión criminal de ingeniería social para estrangular a la sociedad. Ellos saben que con poca o muy mala alimentación, la gente es todavía más vulnerable, menos lúcida, y ve mermada seriamente su capacidad de respuesta. En buena teoría, se trata de la “ingeniería social” que La Habana, vía Alí Rodríguez, trajo aquí. Yo no puedo asegurar si Hugo Rafael estaba consciente o no de esto, pero no es descartable pensar que La Habana le haya podido decir: mira, tenemos la fórmula que a través de 50 años de experiencia hemos aplicado a este pueblo. Aunque esa experiencia no es originaria de ellos, esto viene de las viejas repúblicas soviéticas, viene de la República Democrática Alemana y de la Praga soviética. Allí hubo grupos de lo que ellos bautizaron como “ingeniería social” que luego entrenaron a su gente en La Habana y hoy, 50 años después, nos traen la franquicia.
Sí. Han transcurrido 17 años y vemos que la fórmula les ha dado resultado. El país está endeudado y arruinado, y la renta petrolera sirvió para pagar internacionalmente -entre otros- a los cubanos. Es decir, 100 mil barriles al día no es poca cosa para un país estancado económicamente, que no tiene un parque automotor, que no tiene industria eléctrica, que quema combustible, en fin. Las memorias del Banco Central de Cuba coloca como primer rubro de exportación cubano, no a la caña de azúcar, sino al petróleo, pero con la particularidad de se trata de petróleo venezolano, que le hemos estado enviando desde 2003. Es decir, los cubanos se convirtieron en revendedores de petróleo venezolano. Más o menos así ocurre con la triangulación de los bombillos ahorradores y la compra de planticas eléctricas. Aquí aparece una vez más el nombre de Alí Rodríguez, puesto que figura como presidente de Petróleos de Venezuela.
La conducción, es decir, el manejo y control del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) se militariza y desprofesionaliza a partir de 2005. Con gente incapaz al frente de estas industrias no se puede generar un kilovatio hora. Entonces las culpas apuntan a un general, Motta Domínguez, que no es más que un accidente histórico, un ser que ni idea tiene de por qué le está ocurriendo lo que le está ocurriendo. O el teniente Jesse Chacón, quien hoy está en Austria, y no resolvió nada, pero sí supo hacer negociados durante los tres años que estuvo al frente del Ministerio, y antes de prometer que en cien días resolvería el problema. Nada más revelador de su incompetencia que esa frase: transcurrieron mil días y no resolvió nada. Pero, al final, todo conduce hasta el primer ministro de Energía: Alí Rodríguez.
El mantenimiento de plantas termoeléctricas como Tacoa o Planta Centro, es un asunto que siempre hemos dicho, de ingeniería convencional, es decir, no se trata de ingeniería excepcional como enviar hombres a la luna. Son tuercas y tornillos que basta con que estén bien apretadas, y bien calibradas las calderas y los ejes funcionan, pero ¿por qué no funciona Planta Centro desde diciembre?, ¿por qué no funciona Tacoa que era planta de la Electricidad de Caracas? Hay intención manifiesta de dañarlas, desde luego.
Esa crisis fue una coartada para, con una alta renta petrolera, comprar plantas aquí y allá, así es como la revolución o las clases políticas y militares autodenominadas “de izquierda” hicieron dinero con sobrefacturación. Entonces aparecen los agentes intermediarios, los que en derecho penal serían los funcionarios en colusión. Bueno, los Derwick, 5 o 6 muchachitos que sin ninguna idea de lo que es el sistema eléctrico venezolano, pero con muchas agallas, se brindaron para comprar plantas eléctricas, para mayor ironía “blindar Caracas”. La cosa funciona así: estamos bajo emergencia eléctrica, algo que nunca habíamos conocido, una emergencia eléctrica causal, es decir, intencional. En ese momento hay mucho dinero, y a través de Javier Alvarado, que es el presidente de la Electricidad de Caracas y padre de uno de los chicos Derwick. Es más, ellos lo relatan con tal candidez: “fuimos a hablar con Javier Alvarado y nos dijo que hay una crisis eléctrica y que compráramos plantas”. Aquí están copias de los registros de las doce plantas que se compraron por 5 mil 300 millones de dólares, de los cuales en sobreprecio hay 3 mil 200 millones de dólares. El procedimiento es el siguiente: ellos compran afuera plantas de segunda y tercera mano, las venden aquí como nuevas, pero las plantas no funcionan o funcionan un ratico, vienen con desperfectos o daños ocultos. En muchos casos estamos hablando de chatarra maquillada, se trata de un viejo modus operandi para esquilmar los dineros del Estado. Pero eso no es todo, entre esas, hay plantas compradas a Pdvsa que exhiben un sobreprecio de mil 200 millones de dólares. Esas plantas finalmente le son vendidas al ministerio que jefatura Rafael Ramírez.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *
Notiverdad.com
Derechos Reservados 2016 ® NotiVerdad.com