A través de la red social Twitter, el ex ministro de salud Rafael Orihuela, informó que cinco integrantes de una familia fallecieron a causa de la fiebre hemorrágica venezolana. Enfermedad que es totalmente desconocida y poco tratada por parte de las autoridades venezolanas en materia de salud.
La fiebre hemorrágica venezolana (VHF, por sus siglas en inglés) conocida también como fiebre de guanarito, es un virus que ha sido comparado con el Ébola por sus drásticos síntomas. Este proviene del contacto directo, o inhalación de los gases que expiden el excremento y desechos de un roedor de la especie Zygodontomys brevicauda, conocido como el ratón de la caña de azúcar, el cual habita en la región llanera del estado Portuguesa en Venezuela.
Entre 1990 y 1991 se reportaron 104 casos y 26 defunciones, entre el 2001-2002, 30 casos, durante el año 2013, la enfermedad afectó a 17 personas, en total sólo un 28% de los casos tuvieron un diagnóstico acertado.
La Alerta Epidemiológica N° 204 de la Red de Sociedades Científicas y Médicas del año 2011 advertía que la enfermedad febril y hemorrágica puede ocasionar la falla de múltiples órganos causando la muerte del 40 % de las personas que padecen la enfermedad. La FHV actualmente no tiene un tratamiento específico.
El pasado 28 de enero, se empezó a realizar un plan de abordaje integral comunitario que fortalecerá la prevención de la fiebre hemorrágica venezolana en zonas rurales del estado Portuguesa, informó la autoridad única de Salud en la entidad llanera, Antonio Brito.
Brito destacó que la estrategia del Ministerio para la Salud es promover la participación y concienciación comunitaria para el control del roedor portador del virus y para la asistencia temprana al médico de toda personas que presente fiebres altas, malestar general y dolores musculares, que suelen confundirse con los síntomas del dengue clásico.
la autoridad única explicó que los “picos” de incidencia registrados desde 1989 hasta 2015 reflejan la estrecha vinculación de la patología con los períodos secos, lo que obliga a afianzar la acción preventiva, porque “estamos entrando en un año con sequía, se espera que el índice pluviométrico disminuya y eso aumenta los riesgos”.
Apuntó que, aunque no hay alarma epidemiológica en la entidad y “el comportamiento actual de la enfermedad es el esperado”, se efectuará el abordaje comunitario para verificar las condiciones de salud de la población, difundir información sobre la enfermedad y promover el control de plagas en las zonas endémicas.
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